martes, 8 de diciembre de 2009

Responsabilidad

Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestra decisiones y acciones realizadas de forma conciente e intencionada. Por eso, responsabilidad es la capacidad de dar respuesta de los propios actos.
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También responsabilidad es cumplir un deber. Por ello, la responsabilidad es una obligación –moral o legal- de cumplir con lo que se ha comprometido.
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La responsabilidad es uno de los valores humanos más importantes. Nace de la libertad o capacidad humana para poder elegir. El hombre es libre de actuar según su voluntad, aunque con la obligación –responsabilidad- de asumir todas las consecuencias que de esos actos se deriven.
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Sin embargo, la responsabilidad no sólo tiene relación con las consecuencias de nuestros actos, sino que también está asociada a los principios: antecedentes a partir de los cuales el hombre toma las motivaciones para ejercer la libre voluntad de actuar.
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La responsabilidad es uno de los valores que permiten mantener en orden la vida en comunidad. A través de ella se pone de manifiesto el compromiso hacia los demás. Los responsables se diferencian de los que no lo son, en que siempre valoran a priori las consecuencias de sus actos. Los irresponsables se sienten libres de compromisos y actúan sin importarles nada. Cuando se producen consecuencias dañosas o no deseadas, siempre tienen excusas. En realidad, el origen de la irresponsabilidad se produce por la falta de prioridades correctamente ordenadas.
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Para poder hablar de responsabilidad son necesarios dos requisitos:
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1. Libertad.- Para que exista responsabilidad, las acciones han de ser realizadas libremente. Ni los animales, ni los niños, ni los incapacitados mentales, son responsables de sus actos pues carecen de uso de razón, siendo ésta imprescindible para la libertad. Por ello, de todos los actos de esas personas son responsables sus padres y/o tutores.
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2. Reglas.- Debe existir una norma desde la que se puedan juzgar los hechos realizados. La responsabilidad implica rendir cuenta de los propios actos ante alguien que ha regulado un comportamiento.
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El hombre responde de sus actos ante quien es capaz de dictarle normas, y esto, puede hacerlo Dios, para los creyentes -responsabilidad moral- uno mismo -juicio de conciencia- y otros hombres.
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La responsabilidad ante los demás, puede ser de varios tipos: responsabilidad jurídica: ante el ordenamiento jurídico; familiar-doméstica: ante la familia; laboral, etc.
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Disminuye la responsabilidad lo que disminuye la libertad, es decir, todo aquello que entorpece la voluntad y el entendimiento, como facultades básicas para realizar acciones libres. Por eso no existe por ejemplo responsabilidad bajo violencia o coacción, con miedo, etc.
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Es preferible ser hombres libres, dueños de nuestros actos, capaces de tomar decisiones y de asumir sus consecuencias, que ser irreponsables por falta de libertad.
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Responder ante otros parece ir contra la propia libertad. Sin embargo, ambas cosas van unidas: sin libertad no hay responsabilidad: sólo quien es dueño de sus propios actos puede responder de ellos.
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También, responder ante uno mismo puede ser contrario a los propios deseos. Pero debemos ser conscientes de que estar atados a nuestros anhelos, nos hace esclavos y por tanto, a la postre, nos condena a perder nuestra propia libertad.
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La sociedad actual tiende hacia la no responsabilidad. Para evitar responsabilidades ante los demás, es frecuente echar las culpas a otros. Adoptar la postura del "yo soy libre y hago lo que me da la gana" a través de lo cual se pretende no rendir cuentas a nadie. De igual manera, para evitarnos responsabilidad ante la propia conciencia, lo habitual en algunos es alejarse de la realidad y para ello, lo más rápido es no pensar recurriendo a todo tipo de sustancias. Otros emplean el sistema del “yo paso de todo, nada me importa". Sin embargo, es imposible escapar. Todos esos comportamientos tienen un precio. La irresponsabilidad a la postre se termina pagando. Incluso hacia nosotros mismos en nuestro foro interior, pues como dijo Nietzsche: “Se soporta mejor una mala reputación que una mala conciencia”.
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Una forma para mejorar en responsabilidad es ser conscientes de que de nuestro comportamiento dependen cosas importantes: la seguridad, la salud, el sustento, etc. de otras personas. Además, no debemos olvidar que la responsabilidad tiene un efecto directo en otro concepto fundamental: la confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nuestra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen con aquello a lo que se han prometido. Por eso, ser responsable es un signo de madurez que implica esfuerzo, pero gracias al cual, podemos convivir pacíficamente en sociedad, alcanzando progreso y bienestar.
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Todos tenemos una responsabilidad social. Sin embargo, existe una responsabilidad mucho más sutil y difícil de vivir: la responsabilidad hacia nosotros mismos y de la cual parte la otra, pues nadie, puede dar lo que no tiene o se dá a sí mismo.
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Decid verdad, sentíos libres y sed responsables.


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