lunes, 13 de octubre de 2008

Propósito en la vida

Desde la antigüedad el ser humano se ha cuestionado ¿quién soy? ¿por qué estoy aquí? ¿qué sentido tiene mi vida?. Esta última pregunta nos encara con nuestra realidad. Muchos de nosotros no sabemos bien qué responder. En realidad, a la mayoría, le gustaría modificar su vida o cuando menos, aspectos de la misma. La razón: no terminan de encontrar un sentido último a lo que viven. Por eso es importante encontrar lo que algunos denominan: un propósito en la vida, un sentido, una razón de ser. Tener propósito en la vida marca la diferencia entre vivir de forma plena, y vivir simplemente tirando. Cuantas veces nos decimos a nosotros mismos: “bueno, no me va tan mal”; “no me quejo, otros están peor que yo”; “virgencita que me quede como estoy”. En realidad, bajo esas expresiones subyace conformismo e incluso para algunos, resignación.

A mi modo de ver, la dificultad estriba en el enfoque que se hace de la cuestión: “encontrar nuestro propósito en la vida”.

Quizá, excesivamente influidos por ideas “new age” y en general, por la importación de filosofías y modelos de pensamiento orientales- nos empeñamos en considerar que “el propósito en la vida” es despertar a una realidad superior. Algo así como experimentar la iluminación y convertirnos todos en Budas.

Pues bien, lo primero que deberíamos saber es que la iluminación está al alcance de muy pocos. Ni tan siquiera muchos monjes o religiosos que consagran su vida entera a una práctica espiritual. La prueba es evidente: Jesús y Buda son dos grandes maestros que iluminaron a la humanidad con su pensamiento, doctrinas y forma de vivir. Hay algunos más. Sin embargo, no todos los días surgen personajes de esa dimensión y esa influencia.

Decían los Toltecas –pueblo indígena suramericano de gran sabiduría- que el hombre, la humanidad en general, vive sumida en un gran sueño. La mayoría de nosotros vive entre tinieblas y sin ser conscientes en realidad de quienes somos, de nuestra "misión" en el mundo y de nuestras posibilidades. Vivimos una sensación de individualidad y de egoísmo personal que hacen que nos sintamos separados unos de otros. Esa y no otra es la causa de nuestros males y nuestras carencias: el egocentrismo personal que nos lleva a querer ser mejores que los demás; a someterlos, a utilizarlos. Esa es la explicación de muchos de los conflictos cotidianos y las guerras.

Sólo cuando el hombre entiende que Todos Somos Uno, que todo está interconectado; que todo tiene el mismo origen y la misma esencia; que lo que hace daño al otro me hace daño a mi porque yo soy parte de él y él parte mía, las cosas empiezan a cambiar. Eso es tanto como empezar a despertar de ese sueño de importancia individual y de aislamiento egocéntrico. Sin embargo, ese proceso que algunos llaman toma de consciencia, no resulta fácil. Algunos están muy alejados de él. Siguiendo con la metáfora, muchos, la mayoría, están profundamente dormidos. Otros, en cambio, ya sienten cierta vigilia y comienzan a intuir. Es lo que se denomina el inicio del despertar de la conciencia colectiva. Por último, muy pocos son los que han despertado completamente. Son los que llamamos iluminados.

Generalmente descubrimos nuestro propósito cuando despertamos a una realidad superior, o al menos, a una definición más amplia de lo que es la vida. Hay quienes lo hacen desde el Amor. A través de él son capaces de entregarse a una causa que hacen motor de su vida. Otros lo hacen desde el sufrimiento: cuando una adversidad les golpea y estremece provocando en ellos un cataclismo personal. Sólo entonces se cuestionan las creencias en las que venían fundamentando su vida y sólo en ese momento, descubren que no han hecho nada provechoso para ser y hacer felices a los demás. Quizá entonces advierten consternados, que han dedicado su vida a luchas estériles y sin sentido.

La vida es una escuela de aprendizaje contínuo. Por ello, no conocemos nuestro propósito de antemano, sino que nos toca ir descubriéndolo poco a poco. Es la única manera de desarrollar nuestra potencialidad y valor como seres humanos. La forma de comprender, aceptar y asimilar realidades más amplias.

Todos, a una determinada edad, volvemos la vista atrás y contemplamos lo que ha sido nuestro trayecto vital hasta ese momento. Lo normal es hacerlo sobre los 40 años. Es decir, en el ecuador aproximado de la vida. Entonces, algunos sufren lo que se denomina la depresión de los 40. La mayoría de los que la sufren son aquellos que todavía a esa edad, siguen preguntándose ¿cuál es el propósito de mi vida? Para algunos, su desolación es que continúan sin encontrarlo.

Viktor Frankl prestigioso psiquiatra y neurólogo superviviente de los campos de exterminio nazis lo explica muy bien en su libro: “El hombre en busca de sentido”. A sus pacientes que le confesaban su deseo de suicidarse les preguntaba siempre lo mismo: "¿Por qué no lo hace? Adelante, suicídese si es lo que quiere". Invariablemente todos tenían una respuesta: "no lo hago porque tengo un hijo y qué sería de él; tengo una esposa a la que amo y me ama; tengo unos padres que no podrían soportarlo". La respuesta de Frankl era inmediata: "entonces amigo, su vida tiene un propósito. Es ese que precisamente le impide poner fin a su vida. Por consiguiente, luche y viva por ello. Haga algo para mejorar su vida".

Despertar
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El despertar del que hablábamos -cambio de enfoque o ampliación de miras- es el primer paso para encontrar un propósito en nuestras vidas. Si aun no tenemos un propósito claro en la vida, nuestro primer propósito debería ser encontrarlo.

La importancia de tener un propósito claro podemos verlo reflejado en la vida de importantes personajes. Todos tuvieron un propósito. Por ejemplo, el propósito de Henry Ford era masificar la producción, distribución y el consumo de coches para que todo el mundo pudiera acceder a uno. El de Walt Disney era hacer feliz a la gente, y el de la Madre Teresa de Calcuta era cuidar y confortar a los pobres, enfermos y necesitados de todo el mundo. Son propósitos loables y que han trascendido porque han influido y beneficiado a muchas personas. Sin embargo, nuestro propósito personal -no por influir en menos gente- es menos importante. El propósito de alguien puede ser cuidar a sus padres y darles una vejez feliz y reconfortada. El de otro puede ser educar a sus hijos para hacer de ellos personas equilibradas, positivas y felices. El de muchos, hacer bien su trabajo o cumplir con sus obligaciones profesionales. Todos, son propósitos importantes pues inciden y se dirigen a los demás.

Una vez que cada uno de nosotros encuentra su propósito, su vida adquiere sentido y sus acciones otorgan significado a cada una de ellas. ¿Por qué me levanto a las 6:30 cada mañana? ¿por qué debo ir a trabajar? Porque aunque mi trabajo no sea el mejor del mundo, mi propósito es ser útil y obtener unos ingresos que me permitan mantener y cuidar a mi familia. Mi propósito es mi familia y su bienestar. Yo soy el responsable de ello. Sólo yo puedo hacer tal cosa.

Todos tenemos alguien a quién ayudar, escuchar, consolar; actos que sólo nosotros podemos llevar a cabo. Cada uno de nosotros es único en su esencia. Sólo nosotros podemos hacer cosas que nadie más puede hacer de la misma manera. Eso nos brinda la maravillosa oportunidad de expresarlos para los demás y para nosotros mismos.

Tenemos un propósito, porque siempre hay una razón que nos motiva a manifestar la vida que llevamos dentro. Nuestra tarea es comprender esto y encontrarle significado a nuestra vida. De esa manera, comenzaremos a encontrar nuestro propósito.

Debemos ser humildes y conscientes de que nuestro propósito no es menos importante porque no incumba o trascienda a millones de personas. Hay personas a nuestro lado para las que somos lo más importante en el mundo. Hacia ellos debe dirigirse nuestro propósito.

Y por último, saber que el propósito, como la felicidad, no es un destino, sino un camino. Un trayecto, con cuestas y agujeros; acantilados y bonitos paisajes; sol pero también nubes y lluvia. Un camino en el que es importante saber que, mientras el deseo nos controla y somete, el dar a los demás nos libera y nos hace mejores y más felices.

2 comentarios:

  1. El que quiera ampliar lo que J.Perán nos menciona puede ir a todo el fundamento del modelo propio de Viktor, "LA LOGOTERAPIA" logos es una palabra griega que significa proposito, sentido, significado....
    En esta corriente se habla de la lucha por el hombre para enocntrar el sentido de su vida y pienso J. Perán que has hecho una descripción clara y sencilla de lo que Viktor comparte en su libro, la vida en busca de sentido.
    Como siempre mis mas sincera admiración. lo sabes.
    Abrazos
    Mile.

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  2. Gracias a ti Mile, por tus siempre positivos y amables comentarios.

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