viernes, 17 de octubre de 2008

Compromiso frente a desentendimiento

Se habla de compromiso, en una de sus acepciones, cuando nos referimos al acuerdo o la palabra dada respetando el cumplimiento de algo que previamente hemos aceptado.

Hoy hablaré de compromiso, pero especialmente de compromiso hacia nosotros mismos; compromiso hacia los demás, compromiso como actitud vital. Del compromiso de unos frente al desentendimiento de otros.

Las diferencias entre comprometidos y desentendidos son muchas. Y lo son porque su forma de pensar, sentir y vivir es diametralmente opuesta. Por esa misma razón lo que cada uno de ellos atrae a su propia vida es también muy diferente.

Las personas comprometidas asumen las consecuencias de sus actos y aceptan la responsabilidad de sus decisiones. Por contra, los desentendidos suelen considerar que lo que ocurre se produce al margen de ellos. Las cosas simplemente suceden. Es el destino, la suerte o son así, dicen.

Los antiguos griegos sostenían que “carácter es destino”. Con ello venían a significar que somos los artífices de nuestro futuro. Como gestores de nuestra vida, cosechamos lo que sembramos. De ahí que resulte tan determinante si nuestra actitud vital es de compromiso o de desentendimiento.

Nuestros pensamientos determinan nuestras emociones. Éstas influyen en nuestra forma de comportarnos y actuar, y al final, todo junto, crea nuestra realidad.

Las personas comprometidas piensan con la cabeza y ponen el corazón en todo lo que hacen. Por eso las personas con compromiso buscan oportunidades y crean sus circunstancias. En cambio, las personas desentendidas, en tanto que pasivas, están al albur de las circunstancias que provocan otros.

Aquellos que actúan con compromiso asumen riesgos y aceptan sus consecuencias: son responsables de sus actos. Los desentendidos se sienten víctimas de las circunstancias y siempre buscan culpables.

Los comprometidos desean aprender y lo hacen hasta de sus propios errores. Los desentendidos están cerrados al aprendizaje pues creen saberlo todo.

Las personas comprometidas escuchan a su corazón y gozan de la motivación que les proporciona su deseo. Por el contrario, los desentendidos, tienden al desencanto y necesitan del ímpetu y ánimo que les den otros.

Los comprometidos tienden a la alegría y la felicidad. Los desentendidos suelen sufrir mal humor y tristeza. Por eso necesitan estímulos y compensaciones.

Las personas comprometidas siempre piensan qué pueden hacer; que pueden dar; que pueden ofrecer. A los desentendidos sólo les interesa qué hacen los demás por ellos, qué van a recibir, qué pueden obtener a cambio. Es la diferencia entre la generosidad y el egoísmo.

Los comprometidos se esfuerzan y luchan por aquello que desean. Hacen frente a las dificultades y no se rinden fácilmente. Los desentendidos tienden al derrotismo y tiran la toalla a las primeras de cambio.

Las personas comprometidas se centran siempre en la búsqueda de la solución: son proactivas. Las desentendidas se quedan atrapadas en el problema.

Los comprometidos ven los problemas como oportunidades para superarse. Los desentendidos culpan a su mala suerte y se quejan por no recibir lo que creen merecer.

Las personas comprometidas son confiadas. Los desentendidos recelan de todo.

Los comprometidos se relacionan con personas que también puedan ofrecerles compromiso. Los desentendidos pocas veces creen y confían en los demás, pues ni tan siquiera creen en sí mismos.

Los comprometidos tienen pensamientos positivos, son optimistas y tienen esperanza. Los desentendidos son pasotas y todo lo recubren de negatividad.

Las personas comprometidas son generosas de corazón y espíritu y conocen el valor de “dar”. Los desentendidos sólo piensan en sí mismos y en lo que pueden "recibir".

En definitiva comprometidos y desentendidos son dos mundos distintos. Ven la vida y se comportan frente a ella de manera opuesta. Por eso en su vida se manifiestan realidades muy diferentes.

¿Quieres ser una persona comprometida o vas a seguir siendo un desentendido?

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