viernes, 26 de septiembre de 2008

Ecología mental (II)

El primer paso para poder solucionar una dificultad, una limitación o un problema es ser consciente de que se tiene. Nadie podrá jamás trabajar para mejorar partiendo de la idea de que no hay nada que solucionar o hacer. Por ese motivo, el proceso de ejercitar bien la mente para tener buenos pensamientos y practicar una adecuada ecología mental pasa por hacer un examen de nuestros hábitos mentales. Ya hemos visto cuáles son los saboteadores de la felicidad. Por tanto, el proceso es hasta cierto punto sencillo. Podemos empezar por preguntarnos ¿Estoy deseando más cosas de las que puedo alcanzar? ¿Estoy teniendo un planteamiento realista respecto de la posibilidad de alcanzar y obtener tal o cual cosa? ¿Por qué siento esta rabia u odio hacia esta situación? ¿Qué obtengo de este estado? ¿Por qué soy tan inconformista e impaciente? ¿Puedo hacer algo más de lo que hago en algún ámbito de mi vida? ¿Por qué dudo tanto? ¿A qué le tengo realmente miedo?

Todas estas preguntas y, especialmente las respuestas que seamos capaces de darnos sinceramente a nosotros mismos, constituyen el comienzo del camino. Sin embargo, no es fácil. Podemos formularnos muy bien todo tipo de preguntas, llegar incluso a darnos las respuestas más sinceras y sin embargo, sentir que nada ha cambiado. No tiene por qué ser así. Pensar positivamente es un proceso que requiere como todo, hábito y práctica. Ser conscientes y ser capaces de formularnos esas cuestiones es ya de por sí un paso muy importante. A través de ellas obtendremos alguna conclusión, alguna guía por la que emprender el camino que nos lleva a una mejora en nuestro estado.


Al principio esto puede parecernos todo un esfuerzo para el que no estamos preparados. Como cuando empezamos a hacer ejercicio físico. Al poco de practicarlo y pese a las incomodidades iniciales, comprobamos que estamos mejorando lo que nos anima a continuar. De hecho hablar de esfuerzo es ya un pensamiento negativo que relacionamos con un tipo de actitud ingrata que hemos de adoptar para poder hacer aquello que no queremos. Esta asociación y otras similares nos llevan a tener una relación desagradable con el esfuerzo. Por ese motivo, no hablaré de esfuerzo sino de actitud mental positiva que tiene 4 pasos:

1. Prevenir
2. Erradicar
3. Desarrollar
4. Mantener

1. Prevenir los malos pensamientos: Como su nombre indica es anticiparse, evitar o impedir esos estamos mentales provocados por pensamientos negativos. Si sabemos que una determinada manera de pensar-sentir-actuar nos conduce inevitablemente a un estado de ánimo, por qué dejarnos arrastrar por ella. ¿Cuántas veces repetimos nuestros patrones de comportamiento siendo sabedores del resultado? Muchas. La objeción está en que no somos capaces de sustraernos a esa forma de pensar donde predomina el deseo egoísta, el odio, los enfados, la confusión, el aturdimiento o la ignorancia. Lo primero de lo que tenemos que ser conscientes es de que todo el tiempo estamos en contacto con las cosas, los otros y la vida; y ese contacto lo establecemos a través de los sentidos. Vemos algo agradable y lo deseamos, o vemos algo que nos incomoda y nos enfadamos. El recuerdo de cosas del pasado nos puede poner tristes o iracundos. Vemos, oímos, sentimos a través de la piel, gustamos, olemos, pensamos y antes de que nos demos cuenta, podemos estar enredados en miedos, enfados y deseos irracionales. Por tanto, para prevenir debemos estar alerta a lo que nos rodea y cómo reaccionamos a ello: cómo nos sentimos. Las emociones no son más que testigos que nos avisan del estado de nuestra alma. Si sentimos una emoción negativa por un hecho del que podemos prescindir debemos hacer lo posible por no vernos envueltos en la misma. Un ejemplo lo tenemos en las noticias escabrosas o trágicas. Hay personas que necesitan su dosis diaria de dolor, muerte o sufrimiento porque su vida es eso y necesitan identificarse con esos estados para no sentirse solos. Como otros también sufren y padecen, ellos se sienten reconfortados al comprobar que no son los únicos. Otras personas sin embargo, ni ven los informativos porque el 75 % de las noticias son negativas y catastrofistas. En el plano físico es como si alguien a quien le sienta mal el alcohol lo toma porque con él alivia pasajeramente su dolor. Sin embargo, después las consecuencias le llevan a un estado peor del que partía. Por ello, hemos de ejercitar nuestra atención consciente en relación con lo que nos dicen nuestras emociones y hacia donde nos llevan los pensamientos. Tenemos que darnos cuenta de lo que vemos, oímos, pensamos etc. y el efecto que eso tiene en nuestros estados mentales. Hemos de intentar darnos cuenta antes de que estos estados estén ya instalados en nosotros. Si nos atrapan la prevención será la primera barrera superada por los pensamientos negativos en su asalto letal contra nosotros. Evitar entrar en esos terrenos pantanosos que nos van a embarrar hasta las rodillas. Por ejemplo ¿por qué recordar aquél hecho doloroso y nefasto si ya hace mucho tiempo que ocurrió?


2. Erradicar los malos pensamientos: Una vez instalados esos pensamientos debemos intentar combatirlos de la manera más eficaz posible. Es decir, lograr erradicarlos y expulsarlos de nuestra mente con la mayor rapidez posible y al menor coste. Para ello daré algunas ideas respecto de cada uno de los saboteadores de la felicidad mencionados.

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