domingo, 21 de septiembre de 2008

Ecología mental (I)

Resulta curioso que todos, en mayor o menor intensidad, dedicamos tiempo a cuidar nuestro aspecto físico. El peso corporal, la vestimenta, el corte de cabello, el maquillaje, las uñas, etc. Hasta la forma de expresarnos, nos preocupa. En definitiva, preservamos nuestro físico y su proyección exterior porque la sociedad valora enormemente la imagen. Culto al cuerpo lo llaman algunos. Sin embargo, qué hacemos para cuidar y preservar otra parte importantísima de nosotros: nuestra mente. ¿Dedicamos tanta atención a esa parte de nuestro Yo? La respuesta parece evidente: no lo hacemos y la prueba es que en las avanzadas sociedades occidentales son cada vez más frecuentes los trastornos y las enfermedades mentales.

Pensar, es una actividad humana consustancial a la vida. Nuestro pensamiento está siempre activo. Incluso cuando dormimos tienen lugar importantes procesos mentales. La actividad cerebral no cesa jamás mientras estamos vivos. Por eso, para vivir bien, tenemos que aprender a pensar de manera adecuada. Es necesario cuidar nuestra mente igual que nuestro cuerpo. Ambos están conectados y se influyen mutuamente. Por qué entonces no aprender a pensar. Pensar bien, en definitiva, para sentirnos más a gusto. Para ser más felices.

¿En qué consiste pensar bien? ¿De qué depende? ¿Podemos desarrollar hábitos o pautas para pensar adecuadamente? Para ello, debemos partir de una base a través de la cual entenderemos mejor la importancia del fenómeno. Somos lo que pensamos. Dime cómo son tus pensamientos y te diré como son tus creencias y en definitiva, como es tu vida. El mundo es como tú lo ves. Y lo ves a través de tus ojos, pero lo procesas con tu cerebro. O sea, con tu mente. El mundo es lo que tú piensas que es. Si tus pensamientos tienen calidad, tu vida estará en consonancia. Si tus pensamientos son negativos, tu vida estará enormemente devaluada.

Las personas en nuestra forma de vivir y relacionarnos con el mundo somos entes complejos. Influyen en nuestra forma de pensar, actuar y comportarnos multitud de factores: genéticos, físicos, educacionales, familiares, sociales, laborales, etc. Sin embargo, al margen de esas influencias, nosotros tenemos una herramienta poderosísima a través de la cual procesamos y conducimos nuestra vida: la mente y su producto final: los pensamientos.

Es evidente que se trata de un producto que todo el mundo fabrica. Hay quien lo realiza mejor y quien lo hace peor. Quien tiene una productividad excelente en cuanto a calidad y quienes la tienen paupérrima. Es por tanto un proceso que al margen de influencias, se puede mejorar sabiendo cómo hacerlo. La prueba evidente es que hay personas con factores a priori excelentes –por ejemplo han gozado de una buena educación y de un entorno social y familiar positivo- y sin embargo, son incapaces de producir pensamientos adecuados para ser felices. Y a la inversa, personas con orígenes o situaciones vitales complicadas que, sin embargo, son felices porque utilizan adecuadamente la mente.

A continuación vamos a analizar las actitudes vitales que influyen y contaminan un adecuado proceso de pensamiento. Cualquier cosa que nos impide tener una mente lúcida, serena y que interfiere en el proceso mental de generar pensamientos positivos está relacionada con alguno de los siguientes obstáculos: el deseo; el odio o rechazo; la ansiedad o desasosiego; la pereza o letargo y la duda o indecisión.

- El obstáculo del deseo: Con frecuencia queremos mas cosas de las que realmente necesitamos. Las queremos porque los demás las tienen; por no ser menos o simplemente porque no poseerlas nos hace creer que somos menos. Algunos incluso creen que poseyendo lograrán paliar carencias emocionales. En realidad no lo consiguen pues la sensación se acrecienta. Actuando de esa manera el deseo se vuelve un tanto neurótico. Es como una carrera: cuanto más tenemos más queremos y más necesitamos. Las necesidades, del tipo que sean, pasan de ser algo adecuado para vivir y funcionar en el mundo, a ser un obstáculo para nuestro desarrollo. Al final si fuéramos capaces de verlo nos daríamos cuenta que para vivir y ser felices podríamos prescindir de más de la mitad de las cosas que poseemos.

- El obstáculo del odio o rechazo: A nadie le gusta aceptar que sentimos odio o rechazo. Sin embargo, son emociones humanas. Todos de una u otra manera hemos sentido alguna vez enfado, disgusto, agresividad. Hemos actuado con indignación o hemos reaccionado violentamente. Unos son fríos y otros son más vehementes o emocionales. Es lo mismo. El hecho de decir las cosas en voz baja y con “buena educación” no significa que sean comportamientos que nos hagan sentir mejor. Lo importante es ser consciente de que no podemos reprimir esas emociones sino que debemos ser capaces de manejarlas y no dejarnos arrastrar por ellas. Reconocerlas y dominarlas. Darles salida. No ser consciente de ello nos causará mucho malestar y pensamientos negativos que se retroalimentan a sí mismos.

- El obstáculo de la ansiedad o desasosiego: Parece que lo que queremos o deseamos, siempre, está en otro sitio, en otro instante, nunca en el momento en que lo queremos. La ansiedad a veces la disfrazamos de eficacia: “tengo que hacer esto para mañana”. Cuando estamos trabajando pensamos en las vacaciones. Cuando estamos descansando, la ansiedad y la responsabilidad en demasía nos hacen pensar en nuestras obligaciones y en el trabajo. Si no tienes pareja quieres una; si la tienes, piensas que mejor estarías solo o con aquella novia que tuviste…. Somos inconformistas. Nuestro modelo mental de pensamiento funciona con una componente de inconformismo. El inconformismo no es en sí mismo negativo. Sin embargo vivimos en la sociedad de la inmediatez. Todo ya. Eso nos conduce a la impaciencia. Impaciencia + Inconformismo = Ansiedad.

- El obstáculo de la pereza o letargo: Este obstáculo puede tener que ver con bloqueos emocionales o de energía que nos impiden actuar. Esto puede ser motivado por una cuestión física. La interconexión entre lo físico y lo mental es poderosísima. Mejorando cualquiera de ambas facetas la otra se alineará de manera correlativa. En muchas ocasiones sentimos que nada nos importa. Es una actitud mental de rigidez y estancamiento; de desanimo y de desilusión. Los pensamientos de inactividad, generan postración.

- El obstáculo de la duda o indecisión: Estamos hablando de la duda corrosiva que nos incapacita, nos bloquea y mata nuestra iniciativa. No es la duda sana que nos impulsa a investigar, preguntar y aclarar ideas. Esta última es positiva y nos ayuda a avanzar y progresar. La duda paralizante se vincula a pensamientos de falta de confianza; pensamientos de indecisión; pensamientos de miedo al compromiso.

Estos, son los pensamientos o estados mentales inadecuados que en mayor o menor medida están presentes en nuestra mente y que hemos de aprender a erradicar. Sólo suprimiéndolos podremos erradicar las causas que nos impiden vivir con mayor plenitud. Algunos los llaman saboteadores de la felicidad. Para ello existen los antídotos y los expondré en la segunda parte.

4 comentarios:

  1. Me parece muy interesante lo que aquí se explica. No me había parado nunca a pensarlo así.Leeré las otras partes. Gracias.

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  2. http://www.wordle.net/gallery/wrdl/656511/Ecologia_mental_I

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  3. La actual sociedad, basada en una educación no pensativa, sino basada en la memorización de contenidos, provoca un aletargamiento en la mente humana.
    El moderno marketing, basado en el "consume y calla" y en productos que logran un gran resultado con un mínimo esfuerzo (pastillas, cremas, el eterno crecepelo, etc.) a cambio de unos euros de nuestro bolsillo amplifican el crear una sociedad no pensante.
    Los diarios, la TV y la radio nos resumen la actualidad sin tener que hacer el más mínimo esfuerzo.
    La falsa globalización, basada en la igualdad y en la uniformidad de las personas, premia a los mediocres, a aquellos que no destacan en nada y son fácilmente manipulables, son los que no dan problemas.

    Solamente con el logro de un pensamiento liberado de corrupción nos logrará el tener una mente pensativa y constructiva.

    El lograr este pensamiento en la mente es muy sencillo. Libera tú espíritu, libera tu mente, libera tu cuerpo, libera tus sentimientos, libera tu culpa.

    La liberación individual logrará la liberación colectiva.

    La liberación colectiva logrará el pensamiento libre.

    Libérate un solo día de tu vida, uno solo, y serás libre para siempre.

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