sábado, 29 de noviembre de 2008

Bondad

La Madre Teresa de Cálcuta es un ejemplo de bondad. Célebre por su labor humanitaria en India con niños y enfermos. Fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1979 y beatificada por el Papa Juan Pablo II en 2003.
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La Bondad es la natural inclinación a hacer el bien, de forma amable, generosa y firme. Para ello es fundamental ser pacientes, tener capacidad para comprender a los demás y estar siempre dispuestos a ayudar. La bondad es una actitud fruto de una mentalidad positiva y equilibrada que brota de los buenos sentimientos y que se practica desinteresadamente: con desapego. Se es bondadoso por la satisfacción de ayudar a los demás. La bondad se expresa siempre mediante palabras amables y sencillas, porque los bondadosos gozan de paz interna y sosiego.

Para entender bien la bondad podemos contrastarla con otras actitudes. Por ejemplo, las personas indiferentes son insensibles a lo que les ocurre a quienes les rodean. Luego están las que permanecen en el reino de las buenas intenciones, pero jamás actúan. En el extremo contrario encontramos las malas personas que, en lugar de ayudar a los demás, buscan siempre dañarles en beneficio propio. La falta de bondad es fruto del egoísmo causado por el miedo a perder o a ser menos: un pensamiento negativo muy recurrente de ausencia o carencia.

Por eso, el no bondadoso es incapaz de sentir compasión y ve a los demás como rivales o enemigos en potencia a los que debe superar por miedo. Se siente más seguro cultivando la desconfianza, el rencor y el odio que la simpatía o la amistad. Prefiere anular o superar a sus semejantes, a intentar conocerles y ayudarles, salvo que a cambio pueda obtener algo para su beneficio.

La falta de bondad deshumaniza y hace a las personas insensibles e indeseables. En cambio, los buenos al final –como en las películas- siempre triunfan por sus buenas intenciones y por su actitud. Y es así por una verdad inmutable dictada por la ley del karma: aquello que siembras recoges y además, multiplicado.

Decía que el bondadoso ofrece ayuda, y lo hace sin forzar, con naturalidad y paz. Sin embargo, ser bondadoso no quiere decir ser blando, sumiso, ingenuo o no tener carácter; condescender con la injusticia o dejar pasar. Todo lo contrario, los buenos se distinguen por su fortaleza –siendo enérgicos y hasta exigentes- aunque siempre con optimismo y actitud positiva que se reflejan en su cálida sonrisa y los sentimientos de confianza, comprensión, amabilidad, cariño y respeto que infunden a su alrededor. El bondadoso sabe controlar sus pasiones. Jamás responde con insultos y desprecio ante quienes así lo tratan, pues por el dominio que tiene sobre su persona, procura comportarse siempre educadamente a pesar del ambiente adverso. Como dijo Lao Tse hace más de 2.500 años: “No hay mayor prueba de fortaleza que el lujo de permitirse ser delicado”.
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Para ser bondadosos

1. Interesémonos por conocer bien a las personas para saber tratarlas de la mejor manera posible atendiendo a su forma de ser.

2. Mantengamos una actitud amable, abierta y generosa hacia los demás.

3. Practiquemos compasión hacia las personas que sufren.

4. Mostrémonos siempre dispuestos a dar aliento, apoyo y entusiasmo al que lo necesite.

5. Sonriamos siempre.

6. Evitemos ser pesimistas: ver lo bueno y positivo de todas las personas y circunstancias.

7. Tratemos a los demás como quisiéramos que nos trataran: con amabilidad, educación y respeto.

8. Correspondamos a la confianza y buena fe que depositan en nosotros.

9. Sepamos corregir sin criticar, con el ánimo de enseñar y dando ejemplo con nuestra propia actitud: la mejor educación es un buen ejemplo.

10. Visitemos a nuestros amigos: especialmente a los que están enfermos, los que sufren problemas económicos; aquellos que se ven afectados en sus relaciones familiares y, en general, ayudemos a todos los necesitados siendo serviciales desinteresadamente.

Hay muchas maneras de ser bondadosos. La vida nos da cada día infinidad de oportunidades para serlo. Cada cual debe ejercer bondad de la manera que más se adecue a su forma de ser. No tomemos a la ligera los más pequeños actos de bondad: las gotas de agua, al juntarse, llenan inmensos mares.

Obstáculos para la bondad

1. Desconocer cómo son los demás, no prestarles atención y actuar indiferentes a sus circunstancias y necesidades.

2. Practicar el culto a la fuerza y en general, la dureza de corazón como manifestaciones de poder y autoridad.

3. Erradicar de nuestra mente la idea de que siendo buenos, nos van a ver como tontos y que eso nos va a perjudicar.

Sin embargo, es cierto que a veces resulta difícil mantener una actitud bondadosa. En ocasiones tenemos actitudes agresivas, malos modales y hablamos de forma desconsiderada. Queremos que la razón esté de nuestra parte; mostramos desentendimiento o indiferencia hacia los problemas de los demás o les juzgamos o criticamos por considerarles poco aptos, faltos de entendimiento y habilidad para resolver situaciones vitales. En el fondo, incurrimos en esa falta de bondad porque nos creemos superiores. Equivocadamente, muchas veces nuestro ego se regocija cuando son otros los que cometen errores. Algunas personas lo necesitan para sentirse mejor. Sin embargo, nada de eso tiene efectos positivos para nadie. Ni para la persona que tiene que afrontar las consecuencias, ni para el que juzga porque nada positivo se obtiene de ello. Sólo resentimiento y enfado por aquél al que, sin comprender, criticamos y juzgamos.

La bondad es todo lo contrario. El verdaderamente bondadoso no juzga jamás. Intenta comprender a la otra persona y no busca ni explicaciones ni justificaciones. Sólo desea dar soluciones o ayudar a quien se siente mal y perdonar al que se ha equivocado. La bondad siempre ve lo bueno de los demás, y lo positivo de las situaciones.

La bondad es generosa y no espera nada a cambio. No necesitamos hacer propaganda de nuestra bondad, porque entonces pierde su valor y su esencia. No es bondad. La bondad no tiene medida, es desinteresada, por eso jamás espera retribución. Bondad es deseo de servir.

En definitiva, y siempre volvemos al mismo sitio, la bondad es expresión de amor hacia los demás y hacia la naturaleza, como expresiones máximas de la esencia de la vida.

Para ser bondadosos hay que tener pensamientos positivos, porque lo importante no es el color, la forma, la fealdad o la belleza externa de las personas o las cosas, sino, paradójicamente lo que cada uno de nosotros guardamos de verdad en nuestro interior: bondad. Sin ella, el mundo no podría haber llegado a ser. Sólo la bondad salva a la humanidad porque el mundo funciona porque muchas personas se preocupan por hacer el bien: realizan su trabajo de forma responsable, cuidan a sus hijos, en definitiva, contribuyen a que el mundo se ponga en marcha cada día y funcione. Ser bondadosos nos da felicidad porque como dijeron dos de los más grandes filósofos de la historia:

“Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro” (Platón).
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“Solamente haciendo el bien se puede ser realmente feliz” (Aristóteles).

1 comentario:

  1. Fue y sera la persona mas bondadosa del mundo si todos aprendieramos un poco de ella que felices seriamos dar un poquito de uno a los que mas lo necesitan Dios bendice todo el mundo y haz la paz en nosotros.

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