domingo, 3 de enero de 2010

Ilusión

Las ilusiones en la vida son como los colores. Si no las tienes, la vida es en blanco y negro. Por eso, debemos hacer lo posible por pintar la vida con los lápices de colores de nuestras ilusiones.

Todos sabemos lo que es tener una ilusión; lo fantástico que resulta “acariciarla” y “saborearla” el mayor tiempo posible. Tener ilusiones forma parte del contenido mismo de la felicidad. Podríamos decir que es un elemento básico para ella. Las ilusiones nos refuerzan, nos animan, nos motivan y nos impulsan a seguir adelante en las dificultades y en las situaciones duras de la vida. Con ilusiones tenemos el combustible de energía positiva necesario para vivir. Sin ellas, nuestro motor se para o funciona simplemente al ralentí. Pero ojo, no basta con quedarse en las ilusiones mentales. También hay que actuar y trabajar –con ilusión- para que se conviertan en realidad. Y una vez alcanzadas generar otras nuevas. Así es la vida. Nunca paramos. Nunca estamos quietos. Siempre debemos tener algo por lo que luchar y trabajar. Es nuestro destino porque estamos programados genéticamente para ello. La ilusión de terminar bien nuestros estudios; la ilusión de conseguir un trabajo que nos guste; la ilusión por encontrar a una persona con la que formar una pareja feliz y estable; la ilusión por montar nuestra casa; la ilusión por tener hijos; la ilusión por viajar; por ver a nuestros amigos, etc.
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Por todo ello, el sentimiento de poseer una ilusión es indescriptible. Sin embargo, hay que ser conscientes de que las ilusiones se alcanzan –porque se materializan- o se pierden. Y también para ello hay que estar preparados. No podemos caer en el polo contrario y deprimirnos o añorar aquellas ilusiones que tuvimos y que ya alcanzamos; o por aquellas cosas de la vida, que se nos resistieron alcanzar y se quedaron en sueños. Para eso, es importante tener cierta capacidad para regenerar nuestras ilusiones y eso se consigue con Alegría. Una actitud positiva y optimista ante la vida es fundamental.

Albergar una ilusión es un viaje estupendo lleno de etapas emocionantes, imprevistos y también como no, algunas incertidumbres. Tener ilusiones es mirar hacia el cielo, y trabajar por aquello que deseamos con la esperanza de que la vida nos ayudará a conseguirlo.

No hay nada más bonito en el mundo que la ilusión de nuestros hijos por el Día de Reyes. Qué maravilla, ¡qué pasada! Cómo vibran y brillan sus ojos expectantes la noche anterior. Con qué ilusión van a dormir todos nerviosos y casi ansiosos porque llegue el amanecer del día siguiente. Quien tenga hijos sabe bien de lo que les estoy hablando. Ese es uno de los placeres como padre más indescriptibles y bonitos de la vida. Eso, es una ilusión en estado puro por parte de almas limpias y sin doblez. Es la ilusión de una persona por definición.

Pero para tener ilusiones, hace falta esperanza. Otro valor que nos da energía para pensar, sentir y saber que tenemos una oportunidad real de conseguir ver hechas realidad nuestras ilusiones. Las ilusiones pues, necesitan esperanza como un auténtico sentimiento de oportunidad y Confianza en poder lograr lo que nuestro corazón tanto desea. La esperanza ayuda a las personas a confiar más en sí mismas y a no derrumbarse frente a ninguna adversidad. Por eso es tan importante contar con esperanza para conseguir materializar nuestras ilusiones.

Con ilusión afianzada con esperanza, seremos capaces de enfrentarnos a los reveses de la vida; podremos superar las dificultades con mayor fortaleza; seremos capaces de sonreír más facilmente; orientaremos nuestro futuro con más seguridad y veremos el lado positivo de las dificultades. Pensaremos que mientras hay vida hay esperanza; que las cosas malas no existen para siempre y que mañana será otro día.
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La Navidad es un tiempo de ilusión y de esperanza. En esta época del año se ejercitan estos dos valores como nunca hacemos a lo largo del año. La gente de verdad ilusionada y esperanzada, disfruta y gustan de la Navidad. Luego hay otras personas que la reprueban y la critican empleando argumentos no verdaderos como que odian el consumismo y la hipocresía en las relaciones familiares. No es verdad. Lo que les ocurre es que no tienen ilusión ni esperanza y, siendo estas fechas una época tan propicia y dada a que la gente las ejercite, ellos se sienten fuera de lugar.
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Necesitamos ilusión y necesitamos esperanza de que el 2010 va a ser mejor que el pasado. Si no fuera así, casi no tendría sentido caminar hacia él. Sin ilusión y esperanza, como decía al principio, la vida es en blanco y negro, y por tanto, triste y aburrida.
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Alguien dijo hace mucho tiempo: “De ilusión se vive”. Y así es, pues la ilusión nos da fuerza para vivir. Tengamos ilusiones y pasiones pues ellas animan nuestra vida.
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Con ilusión se vive y se triunfa. Sin ella se vegeta y se ve la vida pasar.
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¡Feliz 2010 lleno de ilusión y esperanza!

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