jueves, 17 de septiembre de 2009

Las 3 Suertes

Los pueblos orientales creen en un concepto llamado la Trinidad Cósmica o las Tres Suertes. Afirman, que los hombres tienen tres suertes: nacen con la Suerte del Cielo, y luego optan a la Suerte de la Tierra y la Suerte del Hombre.

Suerte del Cielo (Tien Chai) es con la que se nace. Es el bagaje con el que llegamos a este mundo. Determina unos padres amorosos, una familia rica o un talento especial; el nacer por ejemplo, en los Estados Unidos o en la India; en una sociedad con oportunidades o con desigualdades. En general, es todo aquello que no podemos en principio cambiar pues nos viene dado. Es la suerte que nos predestina a ser ricos o pobres, a tender al éxito o al fracaso, y al resto de experiencias durante nuestra existencia en la Tierra. Es una suerte que está más allá de nuestro control. Nos viene dada, y es lo que algunos llaman “destino” y otros Karma. Algunos la explican con la astrología, y también hay quien sostiene que es lo que elegimos como pruebas antes de volver a encarnarnos. Es la suerte que inclina pero no obliga. Según los antiguos sabios chinos esta suerte es un 40 % de nuestra vida.

Suerte de la Tierra (Ti Chai) es la suerte que influye en nuestra vida dependiendo del lugar en que habitemos. Es la que se goza cuando vivimos en armonía con nuestro entorno y el ambiente. Los chinos la identifican con el arte milenario del Feng Shui que encauza armónicamente las fuerzas y energías de la naturaleza, principalmente el viento y el agua. Así, el hombre puede vivir en armonía con el espacio que ocupa o por el contrario en total enfrentamiento. El hombre primitivo tenía -como los animales- un sexto sentido para ello y por eso habitaba las zonas más propicias. Hay pues lugares con mejor o peor Feng Shui que han determinado la creación y existencia de asentamientos humanos desde la prehistoria en unos lugares muy concretos con preeminencia sobre otros.

La Suerte de la Tierra es manejable a través del referido arte del Feng Shui, que lo que hace es armonizar el Chi o energía vital del entorno en que vivimos o trabajamos para que actúe en nuestro beneficio y provecho. Los chinos sostienen que esta suerte influye en nuestra vida un 35 %.

La Suerte del Hombre (Ren Chai) es la suerte que cada uno puede crear o proveerse para sí mismo. Se identifica con todo aquello que está en nuestra mano y hacemos por mejorar como personas: con determinación, estudio, trabajo, educación, experiencia, actitud positiva, empuje, esfuerzo por mejorar y especialmente, nuestros pensamientos. No olvidemos que todo lo que un hombre hace provoca un resultado y está inspirado en un pensamiento. Esta suerte constituye el otro 25 % y es plenamente controlable por nosotros pues depende fundamentalmente de nuestra actitud vital. Por tanto, nosotros construimos nuestra vida, al menos en ese 25 %.

Equilibrar estas tres suertes trae armonía, bienestar, progreso y felicidad a los hombres. Con esas tres suertes favorables, según los antiguos sabios chinos se podrá disfrutar de una gran fortuna en la vida.

Con la metáfora del agricultor se entenderá mejor la combinación entre las tres suertes. Uno puede ser un gran agricultor -Suerte del Hombre- (saber y tener mucha técnica para la agricultura porque ha estudiado y se ha preparado) y su Suerte de la Tierra ser también favorable pues el terreno en el que siembra es óptimo para el cultivo. Sin embargo, su Suerte del Cielo es desfavorable -nunca llueve o con frecuencia, cae pedrisco-. El resultado que obtendrá el agricultor será escaso o pobre. A partir del ejemplo, podemos realizar varias combinaciones y los resultados variarán.

Con el control de la Suerte del Hombre y de la Suerte de la Tierra, la Suerte del Cielo también será tuya.


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